La estrella de 28 años, conocida por haber dado vida a una joven Diana de Gales en ‘The Crown’, ha regresado a la pequeña pantalla con una nueva miniserie titulada ‘Un asesinato en el fin del mundo’, donde interpreta a una detective aficionada de la generación Z que investiga una misteriosa muerte durante un exclusivo retiro en Islandia.
El guion de esta miniserie de la plataforma Hulu logró conquistar a Emma gracias a la historia y porque, por primera vez, colocaba todo el peso sobre su personaje, que aparece en casi todas las escenas. La emoción no duró demasiado tiempo porque el agotador calendario acabó pasándole factura.
«No me arrepiento ni un instante. No lo cambiaría. Pero fue una lección acerca de mi propia arrogancia», ha reconocido durante una conversación que ha mantenido con Elozabeth Debicki, la actriz que le tomó el relevo como Lady Di, para Variety. «Y luego, a los seis meses de rodaje, cuando tenía que estar presente físicamente y dar lo mejor de mí, de repente todo se volvió demasiado. Hay momentos en los que tu cuerpo dice basta».
Tampoco ayudó que durante el rodaje comenzaran a salirle las muelas del juicio y que se le hinchara la mandíbula. El problema era que no podía tomarse ni un sólo día de descanso porque eso implicaría parar toda la producción y al final acabó trabajando bajo la influencia de calmantes muy potentes que le hicieron alucinar.
«Consiguieron un médico que apareció con un maletín y me dijo: ‘Te voy a dar un esteroide para el dolor. Date la vuelta’. Me pinchó en el trasero. Fue genial. Estaba completamente ida. Y la escena en la que Alice Braga y yo estamos en una moto de nieve, la volvimos a rodar contra una pantalla verde. Y yo creía de verdad que me atacaban las abejas. Lo digo totalmente en serio».