Anya Taylor-Joy puede respirar tranquila: las primeras reseñas de la secuela de ‘Mad Max: Fury Road’ la consideran una digna sucesora de la película original. Tomar el relevo de una estrella como Charlize Theron, que hizo suyo el personaje de Furiosa en la primera entrega, nunca resulta sencillo y conseguiría intimidar incluso a la actriz más experimentada.
La joven se pasó un año entero entrenando para ganar musculatura y poder afrontar las escenas de acción, en especial las que implican persecuciones en coche porque ella todavía no tiene su permiso de conducir. También tuvo que enfrentarse a un desafío muy particular a nivel interpretativo, porque el director George Miller le hacía repetir cada toma una y otra vez hasta que conseguía que Anya no abriera la boca en ningún momento.
«Tiene una manía con mi boca. Cree que cuando tengo la boca abierta parezco demasiado joven», ha explicado ella. «Es cierto que está en un páramo, y cualquier brote de emoción es castigado con la muerte. Cualquier empatía es castigada con la muerte – cualquier acto bondad, en realidad. Todo tenía sentido para mí. Creo que las restricciones que me impuso George crearon una radiación fuera del personaje, porque está siendo reprimida continuamente a lo largo de la película».
Para Anya no dejaba de ser un orgullo que Miller la considerara capaz de transmitir todas las emociones de su personaje sólo con la mirada, pero complicó considerablemente su trabajo. Al final, todas esas emociones acabaron pasándole factura cuando por fin pudo ver el primer montaje de la película, y tuvo una reacción visceral.
«Tras los tres primeros minutos empecé a llorar. Y después, no podía hablar. Me resultó muy traumático verlo», ha confesado en una entrevista a la revista Variety.