A Drake Bell le resulta «difícil» pensar que su hijo se convierta en actor.
El intérprete, de 37 años, fue una estrella adolescente de Nickelodeon a principios de la década de 2000 y recientemente contó que fue víctima del coach dialectal, Brian Peck, mientras protagonizaba ‘The Amanda Show’, durante una intervención en la docuserie ‘Quiet On Set: The Dark Side Of Kids TV’.
Ahora, la ex estrella de ‘Drake y Josh’ admitió que no desea que su hijo Wyatt, de dos años, -que tiene con su ex esposa Janet Von Schmeling- se convierta en actor debido a su propio trauma, pero también es consciente de que la actuación ha sido una pasión natural para él desde que tiene memoria.
Durante una entrevista con Access Hollywood, el actor indicó: «Es una pregunta difícil. Porque sabiendo lo que sé de la industria y teniendo la experiencia que he tenido, es difícil porque es todo lo que he conocido. Y es todo lo que siempre he querido hacer. Quería ser artista desde que tengo uso de razón. Veía a Lucille Ball, a los hermanos Marx, a Costello, a Elvis, a los Beatles, y eso es lo que quería hacer. Y por eso es difícil decir, ‘Ah, bueno, hay algunos peligros en esto’ porque es lo que experimenté, pero entiendo que no es singular a Hollywood. Ocurre en la escuela, en los deportes, en todo, así que hay que tener cuidado, estar en guardia y ser muy protector, demasiado protector».
En 2004, Peck se declaró inocente de un cargo de cópula oral con un menor de 16 años, así como de un cargo de realizar un acto lascivo con un niño de 14 o 15 años. Bell era el demandante, pero su identidad como víctima no se hizo pública en ese momento. El coach dialectal pasó 16 meses en prisión y fue obligado a registrarse como delincuente sexual.
Por otro lado, Drake admitió que nunca querría quitarle a su hijo su «pasión», sea cual sea.
Dijo: «Pero odiaría que mi hijo se me acercara y me dijera: ‘Esto es lo que quiero hacer. Me apasiona’. Y [quitarle] eso. Eso… es difícil. Ya sabes, mucha gente dice, ‘Por supuesto. Yo nunca dejaría que mis hijos hagan esto’. Bueno, es como decirle a tu hijo: ‘No, no puedes ser un jugador de beisbol. No puedes hacerlo. Ni se te ocurra. Porque no te voy a meter a beisbol’. ¿Y si les apasiona el beisbol? Sí, eso es difícil».