Drew Barrymore comenzó a trabajar antes de cumplir un año de vida, y a los siete ya era una auténtica estrella de cine. Detrás de las cámaras, la dulce niña de ‘ET’ llevaba una vida marcada por los excesos y el desenfreno como compañera de fiestas de su madre. A los 11 años ya había empezado a beber, y a los 13 fue enviada a una institución de rehabilitación para superar su problemas con las drogas y el alcohol.
Aunque completó una estancia de 18 meses durante la que se rehabilitó y obtuvo la disciplina que le faltaba en casa, en realidad siguió bebiendo hasta 2019, cuando decidió abrazar por completo la sobriedad tras divorciarse de Will Kopelman en 2016. Eventualmente ella se dio cuenta de que estaba consumiendo alcohol para «adormecer el dolor» y decidió renunciar a él para siempre, pero no había hablado públicamente de esta decisión hasta ahora.
«Creo que, para mí, dejar de beber es una de las cosas más honorables que puedo hacer por el apellido Barrymore porque todos hemos sido muy hedonistas. No quiero que nadie me vea como un pilar de salud y bienestar, o alguien que ha podido conseguirlo todo. Sencillamente me di cuenta de que beber no había funcionado para mi familia, y decidí romper el ciclo. Voy a ser el eslabón que rompe esta cadena y quizá mis hijos y sus hijos estarán mejor por ello».
Drew procede de una larga estirpe de estrellas como hija el actor John Barrymore, cuyos hermanos fueron los oscarizados Ethel y Lionel Barrymore. Su padre luchó contra el alcoholismo desde los 14 años, mientras que su abuelo murió en 1942 debido a su adicción a la bebida. En septiembre de 2021, Drew volvió a visitar el hospital psiquiátrico de Van Nuys, donde estuvo ingresada, durante un emotivo segmento de su programa ‘The Drew Barrymore Show’ para reflexionar sobre su camino hacia la sobriedad.
«Era una auténtica niña salvaje y estaba tan fuera de control que nadie sabía qué hacer conmigo. Me trajeron aquí en mitad de la noche y me acompañaron a través de esas dos puertas, y cuando las atraviesas, ya no puedes salir. Y estuve allí un año y medio. Nunca perderé de vista esta parte de mi historia y he visto y pasado por cosas y me han ayudado a reconocer en todos nosotros que pasamos por cosas», recordó entonces.