Jude Law se atiborró de «pasta y helado hasta altas horas de la noche» para interpretar a Enrique VIII.
El actor de 51 años no tuvo mucho tiempo para prepararse para su interpretación del rey de los Tudor en ‘Firebrand’ -que se centra en los últimos años del monarca con su sexta esposa Catalina Parr (Alicia Vikander)-, pero se las arregló para «comer a montones» con el fin de transformar la forma de su cara.
Según declaró a la revista Culture del Sunday Times: «Fue un proceso. Como Charlie Chaplin o Santa Claus, Henry tiene una silueta familiar, así que si consigues esa forma, el cerebro rellena muchos de los huecos. Me dejé la barba. Me puse trajes, ropa, pesas en las piernas y pedacitos en los zapatos para perfeccionar la forma de caminar. Sólo tuve cuatro meses para prepararme, así que no pude engordar del todo, pero comí mucho (pasta y helado hasta altas horas de la noche) para tener una cara más grande. Pensé en él como un gorila parapléjico. Tenía todo ese poder pero no podía moverse. Era extrañamente indefenso».
Jude describió al Enrique de la película como «un gángster, un antiguo chico de oro que se está pudriendo» y admitió que podía ver paralelismos entre el rey y el magnate del cine Harvey Weinstein.
Dijo: «Sinceramente, nunca pensé en él específicamente, no me centré en la vida y la caída de Harvey. Pero era muy consciente de que Enrique simboliza la caída de muchos hombres que han triunfado en la vida y se han emborrachado de poder, han abusado de él y han caído. Y así Harvey cruzó mi mente. Ese desprecio…».
A pesar de interpretar a un rey en la película, el protagonista de ‘El talentoso Sr. Ripley’ no se considera monárquico.
Dijo: «No sé si lo soy. Me intriga su historia. Pero nunca he sido un gran partidario de tratar a alguien de determinada manera porque haya nacido bajo un título. Y no sé si quiero inclinarme ante nadie, personalmente».