SUCUSARI, Perú (AP) — Es el puente más largo que se ha construido en Perú, una enorme estructura de cemento y hierro que pasa sobre el río Nanay y llega hasta zonas vírgenes en la Amazonía peruana.
Pero hasta ahora, no va a ninguna parte.
El puente forma parte de un proyecto carretero federal que unirá Iquitos, en el noreste de Perú, con el distrito de El Estrecho, en la frontera con Colombia, en un total de aproximadamente 188 kilómetros (117 millas). Se enfrenta a la creciente oposición de las tribus indígenas, que temen que la construcción conduzca al acaparamiento de tierras, la deforestación y el narcotráfico, que han plagado proyectos similares en la mayor selva tropical del mundo.
“La carretera nos va a matar”, dijo Everest Ochoa, miembro del grupo indígena Maijuna que vive en la Amazonía peruana, a The Associated Press. “Tenemos que parar este proyecto para el bien de nuestros hijos, para proteger esta tierra para el futuro de ellos”.
Las obras están paralizadas mientras el gobierno realiza un estudio de la zona, pero el Ministerio de Transportes ya ha construido el puente más grande del país, que se extiende 2,3 kilómetros (1,4 millas) sobre el río Nanay, afluente del río Amazonas.
Los líderes indígenas afirman que no se ha consultado a las comunidades situadas a lo largo del trazado de la carretera.
“El gobierno nunca nos consultó nada sobre la carretera, no tuvimos una consulta previa en nuestra comunidad y queremos que nuestros derechos sean respetados”, sostuvo Artur Francis Cruz Ochoa, líder de la comunidad nativa Centro Arenal.
La comunidad de Centro Arenal, que está junto al puente, ya ha empezado a verse afectada, comentó.
“Ya tenemos a la droga metida en nuestra comunidad, hay jóvenes que comenzaron a consumir drogas. Con la construcción de la carretera esta situación será mucho peor”, señaló.
En la aldea de Sucusari, también cerca del futuro trazado de la carretera, la gente repite los mismos temores. Es una comunidad de casas con techo de paja, donde sus 180 habitantes viven un estilo de vida tradicional, pescando, cazando y cultivando frutas para los mercados locales, sobre todo aguaje, un manjar amazónico.
“Perderemos nuestras tierras, animales, peces, el agua se contaminará y también nuestros árboles. Si perdemos nuestra selva, nos quedaremos sin agua. Y no hay vida sin agua”, señaló Sebastián Ríos Ochoa. “Con la carretera perderemos toda la abundancia que tenemos en nuestro territorio”.
En un mensaje escrito a la AP, el Ministerio de Transporte señaló que el objetivo del proyecto es conectar a la población a lo largo de la ruta y promover las economías locales, fortalecer el comercio y ayudar a llevar seguridad a las zonas fronterizas.
El Ministerio destacó que la construcción del puente se considera un proyecto de infraestructura para servicios públicos y, como tal, no está obligado a someterse a consulta previa con las tribus indígenas, de acuerdo con las leyes peruanas.
El puente Iquitos-El Estrecho es la mayor y más cara construcción de una carretera en la Amazonía peruana, según un reciente informe de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental, una organización sin fines de lucro. Según el informe, ya ha habido acaparamiento de tierras y deforestación en tierras indígenas.
Según el informe, la carretera atravesará dos áreas protegidas, Maijuna Kichwa y Ampiyacu Apayacu, que abarcan unos 8.000 kilómetros cuadrados (3.000 millas cuadradas) de bosque antiguo.
Zoila Ochoa Garay, de 58 años, llora desconsoladamente cuando habla de su comunidad de Centro Arenal, donde inicia el primer tramo de la autopista.
“Desde que comenzó el proyecto de la carretera, mucha gente está invadiendo la tierra comunitaria que nos pertenece”, dijo. “Acá no tenemos justicia”.