Mientras las fuerzas rusas se acercan a Kurájove, cientos de residentes siguen en la ciudad

KURAKHOVE, Ucrania (AP) — Ubicada en el frente oriental de Ucrania, Kurájove está rodeada por tres lados, y las fuerzas rusas están a menos de 3 kilómetros (2 millas) del devastado centro de la ciudad.

Sin embargo, entre 700 y 1.000 residentes permanecen en Kurájove. La mayoría está viviendo en sótanos de edificios de apartamentos, sin agua corriente, calefacción ni electricidad. El único lugar para cargar teléfonos está en el sótano del edificio que ahora alberga el gobierno de la ciudad.

Es imposible determinar el número exacto de personas porque, desde mediados de octubre, ningún voluntario humanitario ha venido a Kurájove.

Bajo el ataque de artillería, lanzacohetes múltiples, bombas aéreas y drones, Kurájovese ha convertido en el nuevo Bájmut, mientras Rusia continúa su avance hacia el oeste para capturar toda la región de Donbas. El viernes, el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy calificó la situación en Kurájove, así como en la ciudad clave de Pokrovsk, como “la más desafiante”.

El hospital, las escuelas, las guarderías, la planta de tratamiento de aguas, el centro de refugiados, la oficina de correos, la escuela técnica y el centro cultural han quedado destruidos. El humo se cierne en el aire a medida que los edificios de apartamentos bombardeados arden con un telón de fondo de disparos de artillería y drones.

Los artilleros de la 33 Brigada dicen que están disparando unos 50 cañonazos al día en el frente de Kurájove, lo que indica una actividad intensa en las operaciones ofensivas del ejército ruso así como los desesperados intentos de la brigada por impedir que las fuerzas rusas rodeen la ciudad.

Las autoridades locales permanecen en la ciudad, así como representantes de la policía e integrantes locales de la Fuerza de Defensa Territorial.

Para Artem Shchus, jefe de policía en Kurájove, hay poca esperanza de defender la ciudad si queda cercada.

“No creo que sea posible, considerando la realidad de la guerra moderna y las tecnologías modernas. En ese caso, la logística solo podría realizarse por drones”, afirmó.

Shchus describe la carretera a Kurájove, bordeada de vehículos civiles calcinados, como la “carretera de la muerte”, debido a los persistentes ataques rusos con drones. Cinco civiles han muerto al intentar salir.

La carretera de la muerte

Ningún suministro entraría a la ciudad sin el grupo de evacuación Ángeles Blancos, compuesto por policías locales y voluntarios. Prestan primeros auxilios a los heridos y retiran los cadáveres de los muertos en los bombardeos, al tiempo que gestionan el único almacén de alimentos de la ciudad que aún funciona.

Los Ángeles Blancos traen suministros vitales en un vehículo blindado dotado de equipos de guerra electrónica: la única forma de entrar en la ciudad, y aun así se trata de un viaje plagado de riesgos.

“Sin REB (inhibidores) es solo una lotería. Con ello, aún podrías tener una oportunidad de sobrevivir”, dijo Shchus.

La única manera de escapar de la ciudad es viajar con los Ángeles Blancos. Cada día, arriesgan sus vidas para evacuar entre seis y 12 personas de diferentes partes de Kurájove y aldeas circundantes.

Aunque se supone que los niños han sido evacuados, los padres a menudo los esconden, tanto de las bombas como de los fuerzas del orden. Entre las misiones clave de los Ángeles Blancos está encontrar a los niños y persuadir a sus padres para que evacuen.

Cuando esta misión tiene éxito y los niños son sacados de los sótanos, muchos se sorprenden por el estado de la ciudad destruida, lo que hace pensar que han estado escondidos bajo tierra durante bastante tiempo.

Tras equiparlos con chalecos antibalas y cascos, los Ángeles Blancos los llevan a la cercana ciudad de Kostiantynopil, desde donde otros voluntarios los transportan a los puntos de registro de refugiados en los centros regionales de Dnipro o Zaporiyia.

“Evacuamos personas todos los días sin parar. Acabamos de dejar gente en Kostiantynopil, y todavía tenemos direcciones que visitar hoy”, explicó Shchus.

Cuando se le preguntó sobre cómo se adapta a trabajar en condiciones tan difíciles y peligrosas, el jefe de policía se preocupó por la afectación que tiene su equipo.

“Creo que todo el mundo ya se ha adaptado. Yo ni siquiera lo llamaría ‘adaptación’. Es más bien un estado mental enfermizo. No sé cómo les influirá esto socialmente en el futuro”, dice. “Estas personas viven en condiciones inhumanas y sobreviven a base de adrenalina. La guerra es su vida. Son condiciones duras para trabajar, pero todos trabajan”.